Rakocevic encendió la mecha que hará estallar una rivalidad

Deportivo o no, pero era necesario. Rakocevic, seguramente inconsciente y afectado por el exceso de adrenalina derrochada entre estos equipos ha encendido la mecha. Una mecha necesaria para construir la rivalidad. Necesaria mediáticamente, para no vivir de la dependencia de la bipolaridad futbolística. La ACB necesitaba otra rivalidad, construida a partir de este deporte, sin referencias territoriales, políticas o sociales. Era importante construirse y Rakocevic ha dado suficientes motivos para ello. Nada será igual ni en Vitoria ni en Málaga. Ha nacido otra rivalidad, y el reto es mantenerla. Por el bien del baloncesto nacional.

Eso dista mucho de sustentar la rivalidad con la violencia. Deporte y violencia no pueden tener vínculos en común. Como fenómeno cultural el deporte es un recurso para fomentar la convivencia. Y el baloncesto siempre ha imperado este sentimiento. Pero lo de ayer, pese a la violencia de ciertas imágenes y de ser censurable por completo lo considero algo más que una anécdota avivada por la situación deportiva del Unicaja y los excesos antideportivos de Rakocevic. Una anécdota que sin lugar a dudas debe ser sancionada, da igual cómo, pero debe ser sancionada. Un deportista profesional no debe nunca encararse con un aficionado, y menos arrojar objetos, o agua en este caso a la grada. Cierto es que el deportista profesional tiene el derecho a equivocarse como persona, pero ante todo el deportista se debe a los aficionados. Al menos deberían educarse para ello.

Pero no nos engañemos, aunque suene impopular, estaba cantado que toda esquisitez deportiva entre ambos equipos tenía que estallar por algún lado. Toda rivalidad va relacionada directamente con este tipo de acciones. Así se construyó la rivalidad entre Real Madrid y Barça en los ochenta con Drazen Petrovic, Mike Davis y Fernando Martín como protagonistas. De la misma manera que se recordará el feo gesto de Sasha Djordjevic en el Palau hace unas pocas temporadas. Quizás ahora escuezan pero con el tiempo se recuerdan, con más de una ligera sonrisa. Y si se recuerdan y perduran es que algo más se habrá conseguido, beneficioso para el baloncesto, sin dudas.