Y en Málaga se obró el milagro

Y sucedió lo inimaginable, la ficción se mezcló con la realidad e Ivanovic obró su tercer milagro en 18 meses. El Barça, recordemos, el último invitado al convite del Martín Carpena, es el vigente campeón de la Copa del Rey. El torneo de la fiesta del baloncesto, donde comulgan en un pabellón ocho aficiones distintas durante cuatro días sin apenas incidentes, con concordia y con la rivalidad que no trasciende más allá del pabellón. Aficiones que a falta de su equipo ya eliminado se unen al equipo que más simpatico les cae. Aficiones que se unen en contra de la soberbia de unos y la superioridad de otros. Aficiones de equipos que eliminados no son peores que el campeón, pero que son conscientes que esta competición prima otros valores, la constancia, la mentalidad y el físico que les pueda permitir jugar tres partidos en cuatro días. Por eso es hermosa y por eso se convierte en ejemplo a seguir por otros deportes.

El Barça ganó sin ser el mejor.Y lo certifico después de la victoria, pues este Barça ha sido tremendamente irregular, haciendo gala de un baloncesto simple y aguerrido. Más italiano que nunca y menos balcánico que de costumbre. Pero al fin y al cabo es una fórmula válida para ser campeón de esta competición. Ya tendremos mañana la ocasión de debatir sobre los apuntes que extraigamos de estos días, desde los últimos episodios del Diario de un Copero, a los audios de Joan Creus y Pepu Hernández, pasando por las sorpresas y decepciones de esta competición. La Copa ha finalizado y lo hizo como casi siempre, regalándonos una sorpresa más, un milagro.



El triunfo de la defensa barcelonista sobre el ataque madridista.

Uno de los atractivos de la final, bipolaridad social al margen, fue el duelo entre la tercera mejor defensa de la liga, el Barça, frente al mejor ataque de la competición, el Real Madrid de Plaza. El Barça perdía sus partidos haciendo un baloncesto insulso, a pocos puntos, mientras el Real Madrid hacia de sus partidos una fiesta ofensiva, con rotaciones infinitas y marcadores realmente altos. Avanzando la competición y llegados al ecuador de la liga regular el Barça hacia una evolución hacia un juego mucho más defensivo, mientras que el Real Madrid evidenciaba un defecto cuando se marcaba a los bases, se volvía vulnerable y sólo el talento de Bullock y la perseverancia de Felipe Reyes les salvaba en los encuentros. Sucedió en Bilbao, sucedió en Vitoria, sucedió en Valencia y también en Girona. En tres días en Málaga también lo hemos vivido.

El Barça ha cambiado de estilo de juego. No busca la iniciativa en el juego sino que prefiere que sea el rival quién lo demuestre y diga públicamente a que quiere jugar. Esto es importante puesto que si en liga regular y en la Euroliga el Barça buscaba de manera desbocada la victoria desde el inicio, ahora se serene, estudie el rival y lo apuntille a base de incidir en los errores reiterativos del oponente. Así ha sido contra el Unicaja, contra la Penya y contra el Madrid. La construcción de la victoria a partir de los errores del rival y sin apenas hacer baloncesto, o hacer un juego que aburría al pabellón y lo adormecía.

Los errores del Real Madrid son escasos pero letales en una competición tan singular como la ya finalizada. Uno es el rendimiento físico, al desgastarse en sus eliminatorias previas y el otro, el más grave fue el mental. Pese a ser el finalista, el torneo lo perdió en la eliminatoria contra el Gran Canaria. Eran los favoritos pero ningunearon la capacidad de liderazgo de un joven base llamando a las puertas de los equipos grandes como Mario Fernández. Un chico de 23 años levantándose de sus propios errores iniciales y sobreponiéndose a la adversidad buscando la épica premeditada. Gracias a él, el equipo blanco se desgasto mentalmente en la competición, llegaron los miedos y los temores más propios de sentirse cuestionado que de la incertidumbre propia del torneo. El Real Madrid se presentó sintiéndose superior, los gestos de Calderón apuñalando a Laporta por la espalda lo demuestran, y se fue cuestionado y humillado. Dolorosa caída.

Una vez diseccionadas las dos carencias del equipo blanco habría que deconstruir la derrota. Plaza se sintió más novato que nunca frente a un técnico que, si bien es especialista en perder partidos en el último momento, tiene la experiencia de haber jugado muchas finales y fases finales tanto como jugador y como técnico. Unas las ha ganado, y otras las ha perdido, pero lo innegable es que a base de la repetición de los errores y de reiteración de derrotas sonadas Dusko dispone de un bagaje que Plaza por las numerosas victorias no tiene. De ahí que el primer ganador de la Copa sea Dusko y luego el Barça.

La clave de la victoria del Barça fue crear una muralla a partir de la línea de 6,25. Anticipamos que una de las principales explicaciones de las derrotas del Barça era su mala colocación en la pista. Los jugadores estaban descolocados y esto provocaba varias cosas, no se aseguraba el rebote defensivo, habían desajustes entre los aleros y los pivots, y éstos últimos se cargaban inútilmente de faltas. Curiosamente en estos tres días los exteriores se han desgastado más en defensa, véase Basile que ha sido el jugador que ha hecho más faltas y convirtiéndose en el jugador clave del torneo. La aportación de Basile en la Copa le convierte actualmente en imprescindible en el futuro más próximo del equipo.

Al construir la muralla a partir de 6.25 con Basile, Navarro y Lakovic, el Real Madrid no encontraba los espacios necesarios para abril la pintura. ¿Por qué?, muy sencillo, si el estilo del Real Madrid es reunir a tres jugadores fuertes bajo el aro, Reyes, Hervelle y Sonseca formando un triángulo en estos tres partidos, esta situación fue variada por Plaza introduciendo a tres triplistas en pista, un base, Tunceri y Raul López, un escolta, Bullock, y un alero triplista, Marko Tomas o Charles Smith. Desde aquí siempre defenderé la amenana exterior como una herramienta y no como el principal recurso ofensivo. Desconozco si habían problemas físicos en el Real Madrid, pero esta situación provocó que el Barça jugara de manera muy cómoda. El coladero del Madrid en defensa acabó en el segundo cuarto en pista con, Tunceri, Bullock y Tomas y en pintura Milic y Sekulic. 15 a 31. Y así durante todo el partido.

El Barça planteó el partido de la misma manera que frente a Unicaja y Penya. Ayudar a los pivots para no cargarse de faltas. Había que recordar que no estaba Kasun y Fran Vázquez estaba convaleciente. No habían efectivos y para colmo Albert Montcasi estaba sin jugar y convirtiéndose en espectador de lujo en el banquillo del Barça. Fue el momento de que llegara la solidaridad colectiva y podríamos añadir que fue gracias a los exteriores que Trias se ganara el MVP. Un Jordi Trias que se convierte ahora en el secreto ahora descubierto por los medios catalanes, pero que no debería cegar a quién sea ambicioso en la sección azulgrana. Es un jugador voluntarioso pero nada más.

Con esta victoria indiscutible Ivanovic renueva crédito al menos para una temporada más. Su imagen cuestionada entra ahora en cuarentena e invita al seguidor a mostrarse esperanzado. Ivanovic a falta de títulos importantes se convierte en el más idóneo para obrar milagros. Bien lo sabe Trias y bien lo sabe Laporta que a temporada y media ha vivido una Final Four y una Copa. Ahora falta ser ambiciosos para aspirar a cotas mayores, recuperar a Kasun y mantener la solidaridad colectiva para hacer frente a la poética baskonista.