El arbitraje europeo carece de criterio

Los asíduos a esta plataforma conocen mi postura de negar una importancia capital a las decisiones arbitrales. Es más, el arbitraje no es casi nunca decisivo en los resultados de un partido de baloncesto. Pero el concepto arbitral merece también exponerse de vez en cuando a la crítica. No se es decisivo en el resultado pero si en la evolución de los encuentros. Y sólo porque se trata de la figura más neutral en una pista de baloncesto. Neutral como equidistante. Y sus funciones en un encuentro consisten en aplicar las normas del juego en una pista de baloncesto.

El árbitro aplica las normas, pero al igual que en toda ley o reglamento, éstas estan expuestas a la interpretación en función del escenario. No se arbitra siempre igual y no se sancionan según que situaciones. El árbitro no se creó para castigar sino para fomentar el espíritu competitivo entre los contrarios. El árbitro debe hacer uso de la comunicación verbal entre los participantes del juego. Distinguir lo posible de lo imposible. El árbitro dialoga con los entrenadores a menudo. Porque el arbitraje no es sólo aplicar las reglas, sino el también razonarlas. El estamento arbitral también está para interpretar los partidos, desde un prisma neutral y a la distancia de las pasiones, o presiones, de los colores. Ningún partido de baloncesto es igual, de la misma manera que no todos los jugadores de baloncesto son similares. Unos son más talentosos, otros más torpes, unos son más veteranos y otros son más inexpertos. Por esa misma razón los arbitrajes no pueden ser similares para todos. Y llega el principal problema, qué criterio seguir...

El arbitraje siempre está expuesto a la polémica y muchas veces sirve de argumento a derrotas sufridas. Por ahí no entraré porque estoy en contra de ello. Sin embargo lo criticable reside en el criterio de los árbitros. No de manera colectiva sino de manera individual. Un árbitro debe tener un criterio propio de como imponer las normas de juego. Lo que no puede ocurrir es que ese criterio cambie de manera radical en apenas dos minutos de juego. Un árbitro tiene el derecho a ser considerado casero o no serlo, pero lo que no puede es cambiar su forma de interpretar las normas porque pierde la principal herramienta que caracteriza a un árbitro. La coherencia. Se puede sancionar e incluso descalificar al jugador. Pero siempre desde el sentido común.

Este fin de semana pudimos disfrutar de dos criterios a la hora de arbitrar. Uno, Felipe Reyes, otro Mario Kasun. A Felipe Reyes sólo le señalan una técnica después de insultar a un árbitro. El entrenador es consciente de ello y decide sentarlo en el banquillo durante todo el encuentro. No hubo descalificación pero tampoco participación. Hubo un diálogo previo. Mientras, en Girona, con Mario Kasun le silvaron 4 faltas personales y 1 técnica en apenas 3 minutos de juego. No existió el diálogo ni con el jugador ni con el entrenador. Y todo bajo la consigna de no permitir defensas intensas en el encuentro. Principalmente porque el partido no lo exigía. Quién observara el partido de ayer pudo comprobar que no era un encuentro físicamente intenso. Por eso Kasun se cargó de faltas personales en un espacio cortísimo de tiempo. Kasun no tenía cabida,como tampoco la tenía Felipe Reyes.

Más allá de Kasun, los principales perjudicados por señalar 5 faltas personales a un solo jugador fueron los árbitros. Por lo que he comentado antes, el estamento arbitral no está para sancionar sino para prevalecer el espíritu competitivo del juego. Los árbitros deben hacer todo lo posible para que todo jugador tenga el derecho a participar en el juego. Integrar, nunca excluir. Pero lo más terrible del hecho no fueron las faltas señaladas sino el hecho de perder la coherencia. A partir de ese momento se permitió el uso de brazos, empujones y lo más triste de todo. La compensación por lo sancionado. Dantesto. De una persona puede ocurrir, pero cuando el estamento arbitral lo componen tres personas delatan la falta de preparación previa de los encuentros. Ayer se perdió la coherencia, mañana se perdió el rigor, y lo que no se tiene es el criterio, que es quizás lo más importante.