Una eliminatoria marcada por el peso de la responsabilidad

Comienza una semana decisiva tanto para Barça como para Unicaja. En función de cómo se presenten en los dos partidos que se vienen encima podrán aspirar a algo más o quizás a tirar la temporada. Y eso a falta de casi tres meses del final de la temporada. Mucho tiempo para asimilar una posible eliminación por parte de malacitanos, o bien para tirar por la ventana el proyecto económico de Savic y Dusko.

Los hay que opinan que el Barça irá relajado. Al contrario, se juega mucho más que Unicaja. El Barça a principios de temporada era candidato a ser el cuarto equipo en la Final Four. Y no estar allí significará un fracaso deportivo en toda regla, puesto que ir a Atenas es lo mínimamente exigible a un equipo con la chequera tan onerosa, y generosa, como la azulgrana. Al margen de la cuestion económica está la deportiva, puesto que el Barça se enfrenta al rival más factible en los cuartos de final. Enfrentarse a un Maccabi, Dynamo de Moscú, Panathinaikos, TAU, CSKA u Olympiakos sería sinónimo de pesimismo por parte azulgrana. Ahora bien, eso no significa que no será tarea sencilla, y es que el Unicaja cuenta con un factor muy importante. El Martín Carpena.

El Martín Carpena no es una pista de por sín intimidante. Es pachanguera más que ruidosa y más respetuosa con el oponente que generadora de violencia. Es una pista muy similar a la de Kaunas que no a los infiernos griegos, turcos o hebreos. Se trata de una afición populista pero sana y entendida. Respecto a otros partidos para ellos empieza o acabará la temporada y por eso llevan dos semanas preparando el partido, alentando a la afición prometiendo preparativos varios. Proyectando escenificaciones espectaculares para alentar a las masas. Mucha presión para el Barça y demasiada responsabilidad a los hombres de Sergio Scariolo. Son anfitriones y saben que una derrota esta tarde teñirá con toda seguridad la eliminatoria de color azulgrana.

El Barça basa sus opciones en el partido de hoy. Es consciente que si un partido pueden ganar en Málaga es el que abre la eliminatoria. Más capacidad para la sorpresa y romper los esquemas del equipo malacitano. Hay que ser consciente de la dificultad de jugar en estos ambientes ya que en el cómputo global ha suspendido en Moscú, en Treviso, en Atenas y en Estambul dos veces. En ACB ocurre lo mismo, sólo se ha ganado en pista de Akasvayu y Pamesa sucumbiendo en el Madrid Arena, en Vistalegre, en el Insular de Las Palmas, en el Olímpic de Badalona y también en el Martín Carpena. El Barça debe ser humilde consigo mismo puesto que a lo largo de esta temporada ha sido muy vulnerable a domicilio. El peor equipo como visitante de los que se presentan a cuartos.

Motivos para el optimismo azulgrana también los hay. Unicaja es un equipo que no ha sabido gestionar el éxito y puede acabar siendo víctima de él. Pese a disponer de dos buenos bases, Carlos Cabezas siendo buen protagonista no resulta decisivo para finiquitar los encuentros. Existe extrema dependencia en el argentino Pepe Sánchez, al que yo ficharía con los ojos cerrados para el Barça. En el otro extremo, Unicaja no dispone de garantías bajo los aros. Daniel Santiago se muestra mucho más irregular que la temporada pasada, y sin contar con piezas que pudieran hacerle sombra. Santiago debería haber crecido más en su papel de referente pero se ha estancado en este papel.

Añadir también la cuestión física. Digan lo que digan, se nota en exceso la baja de Walter Hermann. Unicaja en esta transición se ha convertido en un equipo menor que no puede depender del talento de Cabezas, Berni Rodriguez ni Santiago. Unicaja es un equipo menor porque le falta solidez, tanto defensiva, como ofensiva, como física y mental. Por eso el resto de equipos favoritos son indiscutibles, y por eso la supremacía del vigente campeón de la ACB está siendo cuestionada. Hasta que no demuestren lo contrario, que puede ser.


Vuelve Velimir con la previa del TAU- Olympiakos

Las posibilidades del Unicaja pasan por Scariolo, por el periodista del Diario Sur José Miguel Aguilar.