Fin de la jornada irrelevante

La jornada irrelevante ha finalizado. Después de finalizado los cruces entre los equipos punteros y los más modestos, y ya habiendo pasado cinco jornadas, las sorpresas desaparecen y se convierten en parte de la normalidad de la competición. La rutina competitiva. Equipos que ganan sin hacer esfuerzo y equipos que ganan con dificultad. Equipos que pierden por norma y equipos que dan una de cal y una de arena constantemente.

Lo mismo ocurre con los jugadores. Hay jugadores que aportan mucho en sus equipos, como Bordchart, o que aportan mucho en sus partidos como Eley, Navarro o Chris Moss, pero sus equipos se convierten en lastres que generan lastima. Equipos como Pamesa, Valladolid o Menorca a los que se añade por momentos el Barça son de momento las mayores decepciones por juego colectivo, no por derrotas. Por derrotas podríamos unir al Bruesa, pero no sería justo. Pese a formar parte de los colistas, es junto al Unicaja de los equipos que pierden por imperativo deportivo pero que sin duda merecerían más. Por imagen deportiva. Pero si la imagen es capaz de tesgiversar el valor de una marca, en el baloncesto es imposible. El baloncesto no hace uso de la imagen, ni de los valores, sino más bien de los valores frios como la estadística. La que ensalza a jugadores individualistas y que condena a los equipos que pertenecen. La estadística que realza a Navarro en los partidos esteriles y que de vez en cuando condena a Ivanovic en los partidos más importantes.

En una jornada irrelevante, como ha sido ésta, no sería justo tratar de las bondades de las sensaciones de la liga. Vincular al Akasvayu, Penya, TAU e incluso al Real Madrid no sería de recibo. En este tipos de jornada es mejor tratar a los equipos definidos como tal. Barça y Pamesa merecen tal condena. Ganan o pierden pero siempre juegan igual. Partidos sin alegría y a cara de perro constantemente. Lejos de las bondades de Vitoria, Girona o Badalona. Partidos con sangre, sudor y lágrimas que son alibiadas u ocultadas por los síntomas de la victoria pero que se vuelven ácidas o amargas cuando se pierde. Alibio para Ivanovic, Acidez para Casas.

El Barça ganó contra el Polaris, una buena noticia para los que se conforman con eludir el descenso y aspirar a entrar en los play off. Ivanovic consigue alargar la agonía que supone este equipo al menos una semana más. El calendario no le ayuda para consolidar su proyecto. Domingo a las 12:30 el Barça se enfrenta al Akasvayu y corría el riesgo que Pesic le diera la puntilla a aquellos que le despreciaron. El escenario era idóneo, Sada, "El Hermanísimo", Fucka, Dueñas, Pesic y Maceiras deseosos de vengar tanto daño. La alegría del baloncesto frente a la agonía de este deporte. Un duelo igualado o quizás un funeral deportivo cercano al plebiscito que por suerte Ivanovic ha desplazado. Pero no evitado.

Reconozco que el partido no lo vi y que en su lugar fui al cine a ver una excelente película. Una jornada irrelevante de un equipo como tal es merecedora de darle la espalda en momentos puntuales. No obstante, un servidor analiza las consecuencias de la victoria repasando videos y estadísticas y no encuentra motivos para la alegría sino más bien la morbosidad más subterránea que se producirá en el Palau con la visita del Akasvayu. Un equipo hecho contra un equipo por hacer, un equipo sólido y pragmático contra una promesa incumplida. Un equipo estable contra un equipo en teorico crecimiento.

Las sensaciones que produce el rodillo de Ivanovic generan controversia en lugar de optimismo. La defensa sigue siendo eficaz pero la faceta ofensiva sigue siendo su principal problema. El perímetro como antaño contínua siendo brillante pero la pintura continua siendo mediocre. Si repasamos los números de la temporada pasada, en la que el equipo de Ivanovic estaba a estas alturas invicto, los números delatan las diferencias frente a esta temporada. El equipo actual encaja 72 puntos de media frente a los 64 de la temporada pasada, mientras que anota 73 puntos frente a los 84 de antaño. Pese a la diferencia, el Barça, aún habiendo perdido tres partidos de cinco, es junto a la Penya y el Real Madrid el mejor equipo en cuanto a defensa, pero también es el cuarto peor en ataque, junto a Gran Canaria, Polaris y Bruesa. Unos números contradictorios que son la antesala de un duelo frente al equipo más anotador de la Liga. Akasvayu con 86 puntos de media. Y eso que falta enfrentarse al Madrid, al TAU, al Unicaja...

Respecto al partido, no jugó Kakiouzis pero sí lo hizo en parte Kasun. El croata jugó diez minutos y sólo hizo dos faltas. Una buena señal, pero leve, empañada por la mala actuación de Fran Vazquez que en 20 minutos sólo anotó una canasta de 8 intentos. Por lo que no hay más remedio que posponer la jubilación de Marconato que jugó 31 minutos, anotó 5 puntos, tres de ellos desde los tiros libres, capturó 6 rebotes y cometió 4 faltas. Rozando la estadistica de un suplente de un equipo LEB. Sólo así se justifica la victoria agónica.

Una victoria que sigue el guión de la temporada pasada pero con peores sensaciones. Cambiamos a Lakovic por Williams y el equipo es similar pero con prestaciones más peyorativas. Las mismas frivolidades en ataque y en la dirección. Sostenidas por el sacrificio defensivo de Basile que cuando saca su fusil y afina la punteria se asemeja al mejor escolta de Europa. Pero sin serlo. Podría catapultar al esloveno pero perdiendo de dos puntos forzar un lanzamiento exterior es una temeridad sólo al alcance de los genios. Y que quizás escuece más en Sant Feliu que en Murcia. El Barça es similar al de la temporada pasada y sigue en la misma trayectoria que en esta siguiente. Lo que difiere este partido de las otras derrotas es sólo un punto. Al filo del alambre. O lo que es lo mismo, irrelevancia por irrelevancia.

Hay mejorías, pero estamos hablando de un recien ascendido que no disfruta de su hombre franquicia. Hablamos de un equipo de relleno con jugadores jovenes como Anton Gavel, Goran Dragic o Triguero. Se trata de un equipo que depende en exceso de la inspiración de Terrell Myers, 3 puntos, y que sólo se sostiene por la veteranía de Thompson y Risacher. Un equipo muy vulnerable que se convirtió en la victima más propicia para alargar la agonía de este equipo. Pero los números cantan y la estadística delata. 22 millones de euros dan para mucho más. No para ganar con el alambre en la mano y lo suficiente como para enfurecer al aficionado del Palau. Que como sigan las cosas así adoptaran mi recurso frente a la irrelevancia como solución ante un equipo de baloncesto convertido en una banda. Al menos, la salas de cine estarían llenas.