jueves, noviembre 09, 2006

Una autopsia en el Olímpic de Badalona.

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Partido interesante ayer en el Olímpic de Badalona, dos viejas glorias de los años 90 en el palco, Villacampa y Danilovic presidían el partido entre sus respectivos clubes, Penya y Partizan, dos equipos que representan a dos ciudades que junto a Atenas y Estambul aman a este deporte. Belgrado y Badalona. Catorce años después de una fatídica final de Copa de Europa en Estambul decidida en el último segundo por Sasha Djordjevic. Catorce años después vuelven a mirarse las caras. El paso del tiempo, nuevos jugadores, nuevos talentos y nuevos símbolos, véase Rudy Fernández por parte badalonesa o bien Perovic por parte del Partizan.

En uno de mis primeros posts certifiqué que cuando se llega a lo más alto o bien se aprovecha la oportunidad y se adquiere mayor grandeza o bien se muere de éxito. Ambos equipos murieron de éxito, unos por cuestiones económicas como la Penya y otro por cuestiones bélicas, el Partizan. Sin embargo la Penya ha sabido resurgir a partir de la renovación. La cantera global. Ya no sólo tiene a niños de Badalona trasladando el baloncesto desde sus pistas al Paseo Marítimo. La cantera de la Penya cuenta con jóvenes de determinadas nacionalidades, no sólo forman a jugadores como Ricky Rubio o Rudy Fernández, sino que ha formado a jugadores ahora útiles como Dimitri Flis. Mientras la otra cantera prolífica de Europa la de Partizan certifica la defunción deportiva que está atravesando Serbia. Salen pocos jugadores y muchos de escaso potencial competitivo. El partido de ayer fue una evidencia a todas luces de los momentos que atraviesan el baloncesto español y el baloncesto serbio, progreso ante la decadencia.

El partido de ayer sólo tuvo un relativo interés competitivo en los primeros cinco minutos del partido. A partir de ahí fue un constante paseo de la Penya a ver quién hacía la jugada más bonita del encuentro. Con un cierto tono repetitivo. Un abuso de los recursos de Rudy Fernández, capaz de hacer de la jugada más espectacular un recurso aburrido y monótono. En el primer cuarto hubo hasta cuatro intentos de Alley-Hoop en apenas tres minutos. Un recurso que desnuda la principal carencia de este equipo. La falta de imaginación en la elaboración de las jugadas. La Penya sólo plantea en la dificultad del Alley-Hoop su principal recurso ofensivo. Al igual que la presión asfixiante y forzando las pérdidas de balón para ir rápidamente a certificar el mate a la canasta. A lo Picapiedra ¿lo recuerdan?

Virtuosismo y efectismo. Bonito de ver pero falto de contenido, de ideas, de variantes tácticas. La Penya construyó el partido a partir del mate, el Alley-Hoop y la canasta de poste bajo. Si me apuran destacaría cuatro lanzamientos desde los 6.25. Dos por parte de Lubos Barton y dos por parte de Paco Vázquez. Pero la principal carencia de este equipo reside en la media distancia. Fueron incapaces de encestar un lanzamiento a 2-3 metros. Recuerdo uno de Rudy Fernández ciertamente espectacular, rompiendo la cintura y mareando a toda una institución como Drobjnak y finalizándolo con un tiro en suspensión. Rudy firmó la autopsia en ese momento.

La superioridad era evidente, y lo único que me mantuvo en el partido fue conocer la diferencia final. El Partizan, aún siendo un equipo muy inferior al histórico potencial que le sostiene, es el principal rival para pasar a la siguiente fase. Y en su pista será distinto. Por lo que convenía una mayor diferencia de puntos a favor en caso de derrota en Belgrado. Es por ese motivo que no jugó Ricky Rubio y si lo hizo Elmer Benett en 30 minutos. Quizás por ello abusaron de la canasta fácil. Quizás por ello no dejaron de apretar hasta finalizar el encuentro. Estaba prohibido perder, y ganar por escasa diferencia.

Del Partizan, clínicamente muerto pero con la suficiente maldad para causar más daño. Al igual que toda Serbia no se encuentran en su mejor momento. Hasta tal punto que tienen que importar bases del baloncesto americano. Todo un sacrilegio para la escuela balcánica. Dejando al margen la decadencia de Drobjnak, se tiene que destacar dos jugadores muy interesantes, Perovic, y Tripkovic. Perovic, un pivot interesante de 2.17, al que le queda un margen importante para mejorar en la defensa, ayer Andrew Betts le dejó retratado dos veces en dos jugadas calcadas, haciéndole retroceder buscando mayor proximidad con la canasta y finalizando con un gancho contra el tablero. 12 puntos y 9 rebotes. Y sólo 21 años.

En cuanto a Tripkovic, se trata de un alero de 20 años. Basa su fundamento en el tiro exterior pero con excaso acierto. Suele hacer muy malos partidos fuera de su cancha. Tanto en Roma como en Badalona hizo dos partidos horrendos. Me gustaría entender que es por su juventud, aunque lleva ya tres temporadas jugando Euroliga.

Esto es a lo que se refiere a la juventud serbia, pero la decadencia la firma Drobjnak. No hizo un mal partido estadísticamente. 14 puntos y 7 rebotes. Pero fue incapaz de imponer su juego frente a un rival que se medía con bases de inferior potencial físico. Drobjnak es el entrenador en la pista pero no supo asumir el mando durante el partido sino más bien Perovic. A un jugador de su historial y jerarquía no se le pide en su retiro dorado ser el mejor del equipo sino más bien lo contrario, demostrar tu experiencia, asumir la presión y liberarla de los más jóvenes. Ayer Drobjnak se escondió, hizo sus números para que aquel que no viera el partido comprobara que está en forma. Pero para aquellos que lo vieron por la pequeña pantalla les quedó la imagen de un jugador que ya ha ofrecido sus mejores tardes. Y Rudy aprovechó para firmar el acta.


Foto: En portada Rudy Fernández retrocediendo a Perovic. Los dos talentos de ambas escuelas frente a frente


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