La poética y la percusión lideran la liga

Nos acercamos a la cuarta parte de la liga regular y ya comienza la distinción de cada uno de los integrantes de la misma. Lo que al principio de temporada eran las sorpresas y las desilusiones ahora son los protagonistas y los acompañantes del reparto, los buenos y los malos, los cabecillas y los compañeros de reparto. La competición se comienza a fracturar a marchas forzadas, entre los que buscan finiquitar la clasificación para la fase final de la Copa del Rey y centrarse en la competición europea, como el TAU, Barça, Penya y Unicaja, los que aspiran a tener opciones de clasificarse última hora, como el Granada, el Gran Canaria y el Caja San Fernando y los que aún se marean buscando la punta de un ovillo de lana y lo único que encuentran son las miserias de sus propios equipos, como el Lagun Aro, el Menorca Basket, el Buesa o el Grupo Capitol Valladolid.

Como sorpresas agradables, el mismo TAU, el Granada y sobretodo el Real Madrid. En especial éste último, que no tiene nada que ver con la temporada pasada. Es cierto que ha tenido un calendario muy asequible pero no es menos cierto que ante los mismos rivales el año pasado era bastante lastimoso. Su propuesta podría catalogarse como simplista, tanto por el fondo como la forma de transmitir su juego y filosofia de este deporte, un buen base, Tunceri, un jugador sencillamente genial, ante lo bueno y lo malo que comporta, como Bullock, un alero decente como Alex Mumbrú y todo un conjunto de kilos de musculo y centímetros que aportan Hervelle, Hamilton, Felipe Reyes y Varda. Si el TAU representa la poética el Madrid se sostiene por algo distinto, por unos percusionistas que juegan para el equipo y que se reemplazan con suma inteligencia para no correr riesgo. Una propuesta, todo hay que decirlo, lejos de la filosofía del Madrid. Incluso poco parecida a la de un equipo grande, que no olvidemos disponen de jugadores excesivamente sobrevalorados como Raul López o Charles Smith y medianías como Marko Thomas o Sinanovic o el mismo Varda. Todo un insulto hacia un equipo en el que se juntaron Antúnez, Biriukov, Kurtinaitis, Arlauckas y Sabonis, o donde dieron sus pequeños pasos el genial Bodiroga.

Es una buena noticia la buena evolución del Real Madrid. La ACB necesita a este equipo, si por ello se consigue que los medios centralistas den mayor trascendencia a la mejor competición de baloncesto purista. La mentira es la principal fuerza económica mundial y de vez en cuando posibilita el relanzamiento de las competiciones. La mentira mediática es capaz de señalar las virtudes del conjunto madridista y ocultar la interesante propuesta del Estudiantes post-Azofra con el estelar Jasen y el infranqueable Will McDonald o la evolución en la élite del periférico Fuenlabrada con Tom Wideman y que desde que el ahora entrenador del TAU, Velimir Perasovic la consolidó en la ACB dentro de su legado como extraordinario jugador de baloncesto.

No se trata de rencor, puesto que celebro este reingreso en la élite, sino de evidenciar como la prensa puede ser capaz de dejar el anónimato a unas instituciones y a una competición sólo por la mala actuación del equipo blanco. La mentira y el anonimato han impedido que sus lectores supieran que existía una gran competición, que se fraguaba un interesante Baskonia e incluso que el Barcelona ganaba una Euroliga y que desde entonces hasta ahora no levanta cabeza. Permitirse el lujo de restar trascendencia a las miserias del Barcelona sólo porque el Real Madrid ni jugaba ni seducía ni transmitía emociones sinceras. Ahora parece ser que el Madrid evoluciona, la ACB es la mejor liga y ya celebran quien será el campeón de la misma. Los medios ya lo denominan el paseo triunfal. Del anonimato a la exageración. Pero...¿Y quien le devuelve al lector o consumidor de estos medios durante tres años de sentirse mal informado?


Foto: En portada Venson Hamilton, un fichaje aciago de la temporada pasada y que ahora se beneficia de la buena marcha de su equipo.