Las Bodas de Plata del clásico por excelencia

Faltan escasas horas para el clásico del baloncesto español. Un clásico donde no se caracterizan los dos mejores equipos de la competición, sino más bien los que más rivalidad derrochan. El clásico futbolero o más bien el partido de las dos Españas, el partido de la bipolaridad en el baloncesto, el deporte español y de la sociedad. Seas del equipo que seas acabas identificándote con alguno de ambos bandos, seas baskonista o malaguista, taronja o verdinegre. Este duelo es algo más que un partido de baloncesto, y con dos aficiones totalmente distintas a sus homónimas futboleras. Quizás por estar ambas tan alejadas del populismo de taberna de bar no tienen la repercusión necesaria para que la sociedad pierda hora y media de su tiempo libre delante del televisor. El baloncesto no arrastra las mismas sensaciones, por suerte, que en el fútbol. Y ni falta que hace. Sólo que mañana quién decida hacerlo disfrutará de dos maneras de entender el baloncesto. Un equipo que ha perdido su identidad, y que no tardará en encontrar una nueva, el Real Madrid, contra uno que todavía la está buscando, el Barcelona.

Ni siquiera trato el tópico de partido del siglo. Porque sinceramente no lo es. Ni siquiera es un partido para plantearse nuevas inquietudes u oportunidades. De hecho, gane quien gane mañana no se convertirá en el mejor equipo de España, aunque como en todo clásico el que gane habrá dejado tocado psicológicamente al contrincante. Quizás lo atractivo de mañana será saber si el Barça es capaz de hacer bajar de la nube en la que se encuentra instalado el equipo blanco o bien si es el Real Madrid el que da la puntilla al Barça y le complica la existencia a Dusko Ivanovic. Aunque ni siquiera lo veo tan decisivo el resultado de mañana para el futuro del entrenador serbio.

Hay respeto, quizás porque es un partido muy igualado. Más que el año pasado. El Madrid ha mejorado y es de justicia que un servidor que tanto ha criticado las evoluciones del baloncesto madridista lo reconozca. También es de señalar que no había que hacer gran cosa para mejorar las evoluciones respecto la temporada pasada. Aquel era un Madrid irreconocible. Este también lo es pero al menos gana. Aunque dista mucho de ser la máquina perfecta que ofrecia sensaciones contradictorias que se reconocían desde el bando contrario. Dista mucho de ser un equipo invencible. No tiene grandeza.

El Barça ya llevamos tiempo debatiendo sobre su juego. Creo que mañana Ivanovic apretará a sus jugadores porque sabe que de este partido dependerá la tranquilidad del entorno barcelonista. Si ayer Ivanovic estaba tranquilo mañana lo veremos con el talante al que nos tiene acostumbrados. Intuyo que sabe la manera de parar la trayectoria del equipo blanco. Dispone de mejores efectivos, mejor base, mejor escolta y mejores pivots. Ya la temporada pasada en pleno debate sobre la evolución del Barça supo sacar lo mejor de sí de Marconato y de Williams para ganar en Vistalegre. Esta temporada tiene mejor plantilla, aunque no conviene olvidar que el Madrid demuestra mayor fiabilidad que la temporada pasada. Aunque no dispongan de mayores alternativas tácticas...

La previa de Velimir