La refundación del baloncesto

Muchos de vosotros conoceis mi tendencia a ser partidario del baloncesto purista y de mi escaso seguimiento del baloncesto americano. Un precario conocimiento de los entresijos de la competición americana que no evitan que pueda criticar puntualmente algunos aspectos de la disciplina que se practica al otro lado del océano. Pero hay situaciones interesantes que valdría tener en cuenta para refundar este deporte.

He seguido con atención las evoluciones en el portal de Eurosport de la crítica de la razón táctica que un asído a este foro nos recomendó hace unos días. Recomiendo su lectura y sobretodo varias re-lecturas del texto por la espesura de los contenidos a los que hace referencia. Al margen de un seguidismo intencionado, y reconocido por su autor, por las evoluciones de la disciplina americana, hay varios aspectos que habría que reconocer en el mérito de la evolución del baloncesto por parte americana; desde los tiempos de posesión, a los cuartos, el arco perimetral hasta, por qué no decirlo, la modernidad en sus tácticas. Estas evoluciones han sido marcadas desde el baloncesto americano y en Europa muchas de ellas han servido para estimular a este deporte.

En Europa, habla el autor Gonzalo Vázquez, el inmobilismo en los principios y reglas de este deporte es una de sus características. Los torneos con partidos a cara o cruz en campo neutral, pese a los intentos de dinamizar el juego, siguen rigiéndose por apartados defensivos y por la condición física de los jugadores. Equipos similares que utilizan, casi siempre, los mismos recursos y el mismo patrón de juego. Dos bases, un escolta anotador, rotación de pivots y control del rebote. Los entrenadores son distintos en la forma pero similares en el fondo, con mayor o menor experiencia, con palmarés o sin él, más reflexivos o más viscerales, aunque, en los tiempos que corren, están bebiendo de fuentes de hace veinte años, hasta tal punto que entrenadores como Aíto, Manel Comas o Bozidar Maljkovic se mantienen contra viento y marea como primeros espadas en clubes de élite. Y lo más curioso es que la nueva hornada de entrenadores se nutren de las mismas fuentes y no hay nadie que aporte nada nuevo en este deporte. ¿Hay algo nuevo en Oktay Mahmuti, Repesa, Ivanovic, Perasovic o Joan Plaza?

Quizás la falta de nuevas ideas y de viento fresco en los planteamientos podría subsanarse con la refundación de este deporte. Hemos asistido a propuestas desde la ampliación del arco perimetral para evitar el abuso del lanzamiento exterior hasta el disponer de canchas más espaciosas para la practica de este deporte, hasta el aumentar la altura de las canastas. Un poco más a la NBA pero que ayudaría a evitar que, este juego, se convierta en una lucha natural donde sobrevivan los equipos que adquieran a golpe de talonario de piezas con una gran superioridad física, y nunca con una capacidad técnica manifestamente mayor que sus contrincantes. El físico está matando el talento, y quizás un poco también a la táctica que tantas veces alabamos.

Tres propuestas que deberían ser atendidas, puesto que el baloncesto europeo necesita un revulsivo. No político sino de reglas, o quizás un poco de ambas cosas. No para aumentar las audiencias directamente sino para aumentar la riqueza en un juego que comienza a ser monótono y repetitivo con el mismo ejemplo. O se busca el lanzamiento exterior o que jugadores como Trias hagan su agosto particular debajo del aro. Faltan argumentos, nuevas propuestas, recuperar el talento sin menospreciar el físico ya conseguido, y hacer un juego más dinámico sin evitar la pérdida de la identidad de esta disciplina. Hay que lograr incrementar el atractivo en este deporte. ¿Acaso ustedes no añoran la belleza de un lanzamiento en suspensión acertado? ¿Cuántos lanzamientos de este tipo se disfrutan en cada partido? ¿Hay mayor calidad de lanzamiento que en temporadas anteriores? Formulando y buscando respuestas a estas cuestiones encontraríamos muchos lunares en el baloncesto europeo. Lunares que pueden ser benignos o malignos, pero por si acaso habría que pensar en extirparlos no sea que un lunar se convierta en enfermedad. Eso sí que sería lo preocupante.