El Barça supera el miedo escénico

Coincidimos todos en que la bailarina de cabaret se encuentra enterrada en Valencia, y con ello quedaron alejados, tanto su espíritu, como las mallas, las medias de red y las zapatillas de tacón. Todo ello quedó relegado por un espíritu más carroñero, vulgar y tan alejado de la burguesía europea a la que pertenecía el Barça hasta hace unas temporadas. Sin clase, ni estilo. La aceptación de esta nueva identidad por parte de los hombres de Dusko es una buena noticia de cara a la Copa. Se es consciente que la plantilla se encuentra muy lejos del poder de seducción y debe hacer uso de otros recursos para lograr la fijación de su público. Lejos de la belleza y cerca del pragmatismo. De vez en cuando la seriedad y la constancia se convierte en recursos de seducción para los menos agraciados.

Hablo de ello porque el Barça ayer hizo un partido muy justo de calidad, de hecho el baloncesto carece de riqueza tanto táctica como deportiva. El Barça sigue sin jugar a nada, las cosas como son, pero dejan de lado lo más inútil de anteriores derrotas, practicando ahora un baloncesto más simple y menos barroco. Menos complejidad sin duda, lo que ayuda en un deporte que tanto mira con lupa los errores y las decisiones en un espacio muy corto de tiempo. El Barça se encuentra mejor posicionado en la pista, pero le falta más pericía, o mejor dicho picaresca, para finalizar los partidos. No es preocupante porque esta virtud se adquiere con la experiencia, con el transcurso de los partidos, porque hay jugadores que nacieron con ella, Basile, Lakovic y Navarro, y porque los que son carentes de ella están focalizados en Marconato y Fran Vázquez, por lo que todo es remediable y no deja de ser un mal menor.

Trato sobre los pivots, porque realmente es el mismo problema que antaño. Se cargan rápidamente de faltas personales, véase ayer el caso de Fran Vázquez, y en el Barça desaparece la referencia en la pintura. Si por algo se tuvo que aferrar el Aris para creer en la remontada es por el vacio de poder crónico que padece el Barça cuando desaparece o bien Vázquez o bien Kasun. Esto delata el papel de Trias y Kakiouzis, aunque adquieran muchos rebotes, 17 entre ambos, porque ofensivamente aportan poco y defensivamente ofrecían muchos espacios a Massey y Wilkinson. De nada sirve el rebote ofensivo si no se aprovechan para anotar debajo del aro.

El Barça jugó más allá de un aprobado raspado pero lejos de la excelencia. La excelencia está destinada a los más brillantes de manera inmediata, y los que han de hacer uso de la constancia les costará varios partidos para aspirar a ella. Lo más positivo es que supo mantener la calma en los momentos más importantes, con la grada empujando en los minutos finales. Lo más negativo es que no supieron enfriar el ambiente como debieron. No supieron mantener en cuarentena el exceso de adrenalina de los griegos. Y el Barça lo sabe hacer, de hecho lo hizo en la prórroga. 3 canastas consecutivas en la prórroga que silenciaron el pabellón griego y que facilitaron la victoria. Así se dominan también los intangibles y así se debería tomar nota para ganar al Unicaja. Sin las medias de red y con el mono azulgrana como traje laboral.