lunes, abril 30, 2007

Tres años, un mes y quince días




A falta de dos jornadas para el inicio del play off todo y el fin de la liga regular se descubre como se puede parar a Navarro,
un jugador que desde el 14 de Marzo de 2004, exactamente tres años, un mes y 15 días, no anotaba ningún punto en un partido de liga ACB. En aquella temporada el Barça defendía, sin Sarunas Jasikevicius, su condición como campeón de la Euroliga, de la ACB y de la Copa. Era la primera temporada de Joan Laporta como presidente del Fútbol Club Barcelona y el ambiente en el Palau era irrespirable, con tensiones entre Valero Rivera y Svetislav Pesic. Unas tensiones que acabaron con la dimisión de Pesic a falta de dos semanas del inicio de la temporada 2004-05. Un periodo que significó la demolición del exitoso periodo nuñista y la construcción del proyecto laportista. Construcción que todavía no ha acabado.

Aquel 13 de Marzo de 2004, el Barça andaba tercero en la liga ACB, dolido por la derrota en las semifinales de la Copa del Rey frente a la Penya del inesperado MVP Rudy Fernández, fue clasificado inextremis para el Top 16 de la Euroliga y derrotado por diez puntos en el Martín Carpena de Málaga días antes del encuentro con Scariolo en la banda y Bullock en la pista como protagonistas. No había un base de garantías, Navarro se había fracturado un dedo y aún así jugaba. En aquel entonces Navarro no era líder como ahora sino un gregario de lujo. Aquella temporada comenzó con las consecuencias de una lucha de egos entre Bodiroga y Jasikevicius y Pesic tuvo que elegir al crack balcánico mientras que el genial base lituano partió a Israel para ganar dos Euroligas más con el Maccabi. Una lucha que erigió a Bodiroga como líder y al que nos tuvimos que encomendar para acabar dignamente la temporada. Una temporada que finalizó con el triple de Herreros en el Buesa Arena. Una temporada aciaga para el color azulgrana.

Fue en ese 13 de Marzo cuando se celebró el clásico entre el Barça y la Penya en el Palau. 64 a 60 con victoria para los azulgranas. No había baloncesto en la pista sino un equipo que simplemente era mejor negando el juego a su oponente. El Barça ganó por su mentalidad ganadora y por el dominio del juego. Principalmente por el rebote ofensivo, 19 por los azulgranas, y por el arbitraje, justo es reconocerlo tres temporadas después, que benefició a los azulgranas. Cumplía a la perfección las máximas de un partido de Pesic, "partido igualado, victoria apretada y agónica, pero victoria al fin y al cabo". El Palau llenaba las gradas y parecía no importarles el juego de poco gusto estético y de gran valor resultadista que practicaba los de Pesic. El cambio cultural del aficionado al Palau fue radical, al público sólo le importaba ganar.

Tres años, y mes y medio después las cosas en el Palau han cambiado de forma pero no de fondo. Cambio de técnico y cambio de líder. Ya no están ni Pesic ni tampoco Bodiroga, pero al frente están Ivanovic y Navarro. El Palau mantiene vivo ese espíritu resultadista y de autoexigencia mínima por el bien del buen baloncesto. Con ese espíritu han vuelto los títulos, como la Copa del Rey y frente al archirrival de siempre, el Real Madrid, pero no el baloncesto estético que caracterizaba al equipo pero que siempre le pasaba factura. Tal día como aquel el Barça ganó, lo hizo frente a Unicaja, con escasos recursos y con una buena defensa. Con un marcador irrisorio pero con una defensa de libro. Unicaja ayer anotó sólo 51 puntos. Y Navarro ninguno. La diferencia está en que antes lesionado sí se podía neutralizar a Navarro y ahora para neutralizarle sólo hay que ir a lesionarlo.



Foto: Juan Carlos Navarro lastimándose de un golpe en la temporada 2003-04.

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